A partir de 2025 se podrán rescatar las aportaciones que tengan al menos 10 años de antigüedad
Al cierre del primer semestre del año, los planes de pensiones privados gestionaban 89.108 millones de euros. Cerca de 8 millones de españoles dependen, en parte, de estos productos para asegurar su bienestar financiero tras la jubilación. Durante la primera mitad de 2024, estos planes lograron una rentabilidad interanual del 9,5%.
Los rendimientos oscilan entre el 3,5% en los planes de renta fija a corto plazo y el 19,1% en los de renta variable. Sin embargo, estos porcentajes disminuyen al considerar períodos más largos. A tres años, el rendimiento medio es del 2,2%, con algunas categorías, como la renta fija a largo plazo y los planes garantizados, mostrando retornos negativos. En horizontes más extensos, de 10 a 15 años, las rentabilidades promedio se sitúan en el 3% y 4%, respectivamente.
Históricamente, la principal ventaja de estos productos ha sido su fiscalidad, ya que las aportaciones reducen la base imponible del contribuyente. Esto significa que Hacienda devuelve parte de las aportaciones en la declaración de la renta. Desde el 1 de enero de 2022, los particulares pueden desgravarse hasta un máximo de 1.500 euros al año o el 30% de su base imponible. Por ejemplo, alguien que declare 30.000 euros anuales y aporte 1.500 euros a un plan, solo tributará por 28.500 euros.
El año 2025 traerá un cambio importante para los partícipes. A partir del 1 de enero, se podrá recuperar tanto las aportaciones como los rendimientos generados en planes de pensiones con al menos diez años de antigüedad. Esto significa que las aportaciones realizadas hasta el 31 de diciembre de 2015 podrán rescatarse a partir de esa fecha, junto con las ganancias generadas. En 2026 se podrán rescatar las aportaciones realizadas hasta el 31 de diciembre de 2016, y así sucesivamente.
Aquellos que ingresen en el mundo de los planes de pensiones o busquen cambiar de producto tienen una amplia oferta disponible. Existen tres tipos principales de planes de pensiones: los individuales, que son contratados por cualquier persona física a través de una gestora, banco o aseguradora; los de empleo, promovidos por empresas para sus empleados; y los asociados, impulsados por una asociación.
Los planes de previsión asegurados (PPA) garantizan un tipo de interés, mientras que los planes de pensiones individuales no ofrecen, por ley, esa garantía. Sin embargo, existen los planes de pensiones garantizados, que proporcionan una garantía externa al propio vehículo.
Otra característica importante es la flexibilidad. Los partícipes de planes de pensiones, o los asegurados en el caso de los PPA, pueden transferir sus fondos entre gestoras o aseguradoras sin coste alguno. Incluso es posible transferir el dinero entre un plan de pensiones y un PPA, y viceversa.
Los planes de pensiones se adaptan al perfil de riesgo del partícipe. Hay una amplia gama de opciones: renta fija, renta fija mixta, renta variable mixta y renta variable pura, que los inversores pueden seleccionar según su edad, conocimientos financieros o tolerancia al riesgo.
En cuanto a los costes, las comisiones de los planes de pensiones tienen un tope que depende del tipo de plan. Para los planes de renta fija, la comisión máxima es del 0,85% anual; para los de renta fija mixta, del 1,30%; y en los de renta variable, puede llegar hasta el 1,50%.